Las barreras que separan a los hombres están hechas de paja, y un simple aliento de amor las hace desaparecer.
Y se quedaron todos maravillados, y le dijeron: ¿cómo te has curado? Y ella contestó: No sé. Simplemente pedí con el pensamiento que el hombre de Dios me curase, y en un instante quedé curada.
Y mientras estaba meditando en silencio, la voz de un alma la habló adentro implorando ayuda.
Si esta usted muy lejos de mi y no puede venir hacemos entonces la terapia por teléfono.